viernes, 20 de marzo de 2015

Que coman pasteles

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A Maria Antonia Josepha Johanna von Habsburg-Lothringen, mejor conocida como María Antonieta de Austria, se le atribuye la siguiente frase: ‘¿No tienen pan? Que coman pasteles?’ El problema nuestro consiste en que en este preciso momento, en el que a la mayoría de los guatemaltecos no le alcanzan sus ingresos para cubrir el costo de la canasta básica, es cuando nuestro rey de paso prohíbe, como medida para ahorrar, la realización de pactos colectivos.

Estoy de acuerdo con ello, siempre que a los desposeídos de toda la vida, entre los que se cuenta la inmensa mayoría de los empleados del Estado, se les dé casa y alimentación en las granjitas, en los chaletitos a la orilla del mar, y se les reparta una porción de las utilidades que perciben el rey y la virreina por los ahorritos que tienen fincados en bancos del exterior.

Ya está probado por diversos medios de comunicación que tales posesiones no habrían sido posibles de adquirir si se toma en cuenta los ingresos que, por salario, les corresponden a ambos miembros de la realeza local. Entonces, ¿no sería bueno que para ‘ahorrar’ jamás hubieran existido tales compras e inversiones?

En cuanto a los pactos colectivos, hay los que verdaderamente se aplican a las necesidades de los empleados y los que se llevan a cabo en razón de maniobras políticas--no sé por qué me viene a la memoria el nombre de Joviel Acevedo-- para paliar tormentas que si bien no llegarían a revoluciones como la de 1789 en Francia, harían muy dificultosos los reinados de paso.


Prohibir los pactos colectivos además de evidenciar el desconocimiento de la Constitución es una medida ridícula. Pero de grandes soirées, inversiones solapadas, gastos fastuosos  y ridiculeces está plagado el reinado actual. Y los pobres, que son más del 50% de la población, que coman pasteles.

jueves, 5 de marzo de 2015

Las desterradas, hijas de Eva

La CSJ celebra el Día Internacional de la Mujer
El Día Internacional de la Mujer se celebra el domingo entrante. Los electos en limpísimas elecciones, los actuales magistrados de la Corte Suprema de Justicia en pleno, decidieron celebrarlo desterrando a dos juezas que apoyaron a Claudia Escobar, la magistrada quien, como todos sabemos, denunció las ‘irregularidades’ que observó en el proceso de elecciones de la actual Corte.

Y digo desterrar porque fueron enviadas, una a Huehuetenango: la hasta ahora Jueza de Primera Instancia Penal de Sacatepéquez, Patricia Gámez Barrera.  A Petén: Jennie Molina Morán, Jueza de Primera Instancia del Ramo Familiar en Santa Rosa hasta estos días.

No pudieron enviarlas más lejos porque la aciaga Corte Suprema de Justicia que poseemos --y que forma un todo con el Organismo Ejecutivo y con el organismo Legislativo, lo que constituye la negación total de democracia-- no tiene jurisdicción sobre territorio mexicano.

Ya desde la semana pasada corría el rumor de que ambas juezas serían enviadas a destinos lejanos. Y al confirmarse los rumores, qué coincidencia, sus nuevos destinos están situados justo en medio de una de las vías por donde la droga proveniente del Sur se traslada a territorios del Norte.

La jueza Gámez Barrera integrará, como vocal, un tribunal de sentencia penal en Huehuetenango.

La jueza Molina Morán pasa a un juzgado civil de Petén.

La innombrable Corte Suprema de Justicia aseguró públicamente que las juezas participaron en una audiencia en la cual se obtuvo su opinión sobre el cambio.  Pero ambas, al ser consultadas por la prensa, negaron que se les haya convocado o tomado en cuenta para los cambios que tendrán que sufrir.