jueves, 15 de enero de 2015

Para Juan Luis Font

Font, en el programa A las 8:45
Dedico este poema, Nocturno, del poeta español Rafael Alberti, a Juan Luis Font, uno de mis amigos más queridos, y periodista destacado por su profesionalismo en todo sentido.

Juan Luis sufre en la actualidad un ataque canalla, que pretende quitarle su credulidad como periodista; sus detractores ya sumaron a sus embestidas una demanda penal acusándolo, de manera infame, de asociación ilícita, extorsión y otros delitos. Es una campaña absurda, abusiva y peligrosa. Para Juan Luis en primer lugar. Para todos los periodistas, además. Y por lo tanto, para la libertad de expresión.

He trabajado, durante años, al lado de Juan Luis. En aquella Crónica que surgió en los años ochenta y que fue estrangulada, como bien sabemos, arrancándole el anuncio. Fue el primer medio donde, en los años 80, se dio voz a tirios y troyanos en Guatemala desde los años de la Revolución del 44.

Estuvimos juntos luego en Siglo XXI, y cuando allí se cerraron las puertas porque la palabra bien dicha y bien documentada es poderosa, emigramos un grupo de los que allí nos ganábamos la vida. En ese tiempo Juan Luis estaba terminando una maestría en comunicación en Estados Unidos.

Se unió al proyecto para darle vida a un nuevo medio, muy importante en aquella coyuntura, y que conserva su jerarquía: elPeriódico, donde fue su director durante 15 años.

Como parte de su crecimiento profesional, Juan Luis Font  se trasladó a la televisión, donde creó y presentó el programa A las 8:45. Un noticiero novedoso. Luego vinieron Contra Poder y otros medios que todos conocemos.

Ahora que Juan Luis sufre el artero ataque de un ¿político? y sus adláteres, es bueno evidenciar la vileza que ese ataque rebalsa. Creo que los periodistas debemos confirmar la calidad de Juan Luis Font, la transparencia que ha caracterizado y caracteriza su actuación como periodista.  Y colocarnos a su lado como muestra de reconocimiento a su intachable forma de ser personal  y profesional.

Y este es el poema:

Nocturno

Cuando tanto se sufre sin sueño y por la sangre
se escucha que transita solamente la rabia,
que en los tuétanos tiembla despabilado el odio
y en las médulas arde continua la venganza,
las palabras entonces no sirven: son palabras. 
    
Manifiestos, artículos, comentarios, discursos,
humaredas perdidas, neblinas estampadas.
¡qué dolor de papeles que ha de barrer el viento,
qué tristeza de tinta que ha de borrar el agua! 
    
Ahora sufro lo pobre, lo mezquino, lo triste,
lo desgraciado y muerto que tiene una garganta
cuando desde el abismo de su idioma quisiera
gritar lo que no puede por imposible, y calla. 
    
Siento esta noche heridas de muerte las palabras.

Este poema de Rafel Alberti refleja el evidente estado de desolación de un poeta que vio cómo los fusiles, las bombas de una guerra fueron sustituyendo a los libros, a los debates y a la cultura en general, porque como bien dice el poeta, en los momentos en los que solo existen violencia, odio y asesinato, las palabras están heridas de muerte. 


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