Estrada González, chivo expiatorio junto con Bardales
Carlos Estuardo Estrada González, exdirector del Centro
Cultural Miguel Ángel Asturias, acaba de ser puesto en libertad tras pagar una fianza de 10 mil
quetzales. El ex funcionario, junto con Pedro Bardales, coordinador de eventos
recreativos de la Municipalidad de Guatemala, fueron presos luego de que los apreciados
motoristas hicieran destrozos en el Centro Cultural Miguel Ángel Asturias, por celebrar allí un moto enduro.
Como ya es un hábito inveterado en este país,
justos pagan por pecadores. El ex director del Teatro Nacional, y el funcionario municipal no merecían haber pasado meses en la
cárcel por el enduro que los motociclistas llevaron a cabo en graderíos y jardines del preciado monumento nacional.
Bardales
había salido poco antes de presidio mediante el pago de 30 mil quetzales de fianza.
A los
motoristas, que fueron los que causaron el daño que irritó a la ciudadanía no
les ha sucedido nada. Andarán por ahí, ocasionando más estragos, contentos de
sus hazañas en los potros mecánicos. Que se encabritan no con frecuencia.
Siempre.
Al ser
consultada por el suceso, la viceministra de cultura, Clarisa Castellanos, vio
en otra dirección, y se limitó a decir que hay más de 25 expedientes de
personas que desean tomar el cargo que dejó vacante el señor Estrada.
Es
espeluznante darse cuenta de cómo dos personas, que había autorizado la carrera
en los parqueos del Teatro Nacional sean los que pagan el pato por los niñitos
bien que, luego de dejar los graderíos y jardines del Teatro Nacional en el estado
en que quedaron, se habrán divertido más al darse cuenta de que fueron otros los
que dieron con sus huesos en la cárcel, no ellos.
Ni
Estrada ni Bardales merecían haber ido presos. Sus apellidos no son Oliva Lima.
Tal vez ese sea su pecado mayor.
Quienes
deben responder en primer lugar por aquel desastre son los motoristas. Si los
altos dirigentes del Ministerio de Cultura y de la Municipalidad de Guatemala querían
poner en la cárcel a alguien, tenían suficientes vándalos, con fotografías de cuándo
y cómo actuaron. Y al menos los nombres
de sus dirigentes en los oficios donde pidieron la autorización para llevar a
cabo su salvaje diligencia.
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